Helados dias

El invierno por fin se empieza a sentirse por las calles de Lima, a las 6am aun está de noche y la niebla es la única compañera a esa hora. Los pajaritos que solían cantar a esa hora, si hoy abren el pico pues morirán congelados.

Estoy tan abrigado que lo único que tengo congelado en este momento, son mis dedos de las manos al intentar escribir esto. En invierno nunca dan ganas de nada.

Salir un viernes y/ó sábado por la noche, realmente tiene que tener un buen motivo ya que lo único que se quiere es quedarse acurrucado en su cama o en un sillón viendo una buena película. Pero quedarte haciendo esto te puede arruinar en la escala social. Aunque la realidad es otra: llueve, truene o relampaguee igual las chicas con sus minúsculas prendas están bailando en las discotecas y algunas de la misma forma entrando y saliendo de estas.

Lo único bueno son esas largas caminatas que podemos hacer para conversar y analizar las cosas de la vida, como le digo, en otras palabras no hacer nada.

En invierno, las salas de cine cada vez están más llenas, los cafés y lugares de comida están a la orden del día. La vida no sólo se trata de dulces primaveras y veranos inolvidables sino también están el otoño y el invierno lleno de abrigos y gripes.

No, aun no me ha dado mi gripe temporada de invierno, pero sé que ya no tardará.

Más abrigado que oso polar continúo mi caminata con mano izquierda en el bolsillo y cigarro en la otra mano por las calles de barranco con vista al mar (si es que se puede ver algo). Hay una ligera lluvia que hace que la gente camine más rápido. El emolientero de la esquina tiene más clientes y esos líquidos hacen notar el humo de lo caliente que se encuentra la bebida. La gente con chalinas hacen que su respiración salga al ambiente en forma de humo.

Estoy intentando tomar algunas fotos y aclarar un poco mis ideas con respecto a algo que leí hace unos días en un blog conocido.

Una lectora le comentaba a la escritora: Tengo 17 años y aun no sé que es lo que quiero en la vida. La escritora le responde: Yo tengo 34 y aún no lo sé.

Y yo si sé lo que quiero? Claro que lo sé, pero quiero convencerme y recargar esas energías que tanto me faltan estos días.

En estos helados días, no dejemos que las neuronas se nos congelen. Alguien por ahí me dijo: tomar una foto? mejor tomate una copa de vino!

Continúo mi camino, y dejó la canción que he estado tatareando todo el día.

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