Todo estaba bien en la vida hasta que me llamaron de la oficina para decirme que hay varios paquetes esperándome, si, de esas chucherías que compro por internet y prefiero que me lleguen al trabajo y no a la casa donde no hay nadie para recibir a santa claus vestido de cartero de Serpost.

Pero en fin.

Para no ir en hora de oficina fui en la noche con ese miedito que el vigilante quizás me diga algo (como si entrara a robar) pero no. Y en la oficina la gente trabajando como si fueran las 3 de la tarde pero eran las 9pm. Conversé un rato con los que estaban... con un ánimo de michi y cansados de la vida. Y en esa gente me ví, ahí estaban renegando del trabajo.

Y de regreso ahí empezó mi bajón, regresé a mi realidad a pesar que aun estaba de vacaciones. Esos 45 minutos de manejar ni los sentí por pensar y si renuncio? Que tal bajón que me malogró el día y me dejó de mal humor.

Es como cuando te cepillas los dientes y lo siguiente que tomas por más rico que esté sabe como a remedio.

O como cuando unas Rusas dicen en que Perú va a haber un terremoto en unas horas.

Sin incluir que blogger te cambia el escritorio y no entiendes nada.

Tan bien que veníamos.

Valdrá la pena empezar a postear más seguido?