Hay golpes en la vida

César Vallejo escribió Los Heraldos Negros en 1914...

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!

Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.

Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!


Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo si sé!

Hay golpes de todo tipo: físicos y emocionales, y en nuestra vida tenemos una cucharada de ambos. Los físicos quizás cuando éramos niños (con nuestra mamá corriendo detrás con el aceptil rojo), los emocionales ya cuando estamos más grandes (ó por lo menos los que podemos recordar). Algunos son graciosos, otros tristes. Algunos los damos nosotros, otros los recibimos. Pero todos nos dejan huella sin preguntar.

Hace unos años tuve los golpes más fuertes de mi vida...

Físico: Me golpeé tan fuerte en la frente que además del gran chichón que tuve sobre mi ojo izquierdo no se compensó con los dos desmayos que tuve después. Al desmayarme me golpié más, mi espalda al caer en la sala (por suerte no caí sobre la mesa de vidrio, caí al costado moviendo el vidrio que me pudo mutilar) y mi brazo izquierdo está de testigo al golpear con un implemento (ese famoso vidé) del baño al intentar verme en el espejo. Ese golpe me dejó un bulto imperceptible a la vista de los demás pero yo lo siento todos los días al tocarme la frente cuando estoy de mal humor.

Emocional: Mis abuelos maternos murieron, más me dolió ver a mi madre, a mis tíos y como desaparecían todos mis recuerdos de mi infancia. Ese golpe me dejó una huella imperceptible a la vista de los demás porque me la dejó en el alma. Aprendí que todo tiene un final, llorar no soluciona nada y sobre todo que mis papás serán los siguientes.

Al inicio de este año...

Estabamos almorzando cuando ese típico banco de plástico que no falta en todas las casas se abrió como plátano resbalándose en el piso de la cocina mientras yo caía de espaldas y en cámara lenta. Estiré mi brazo intentando sostenerme de una de las personas que más confío en la vida, esta persona no hizo más que soltarme (y según yo empujarme más). Aquí tuve dos golpes: golpe en el coxis al caer y no poder pararme en los siguientes minutos y golpe en el corazón, al darme cuenta que estoy sólo y que perdí la confianza en esa persona cuando más lo necesitaba.

Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo si sé!



FOTO DEL DIA

"Atorado en el tráfico del óvalo Quiñones en San Borja, Lima - Perú"

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